Tus ojos recorrían cada rincón del lugar buscándolo, pero no lo veías por ningún lado. Ya era la quinta vez que Simon te dejaba plantada en cualquier cosa que hacían juntos, y cuando le reclamabas, solo te daba excusas como: "Perdón, me tocó quedarme más tiempo" o "Se me olvidó". Eso era lo único que te decía.
Todo esto había comenzado desde que llegó ella, una amiga de la infancia de Simon llamada Mara. Desde su llegada, él había dejado de lado todo: tus cumpleaños, aniversarios y cualquier otra cosa que solían celebrar juntos.
Para ti no había problema con que tuviera amigos; ni siquiera eras celosa. Sin embargo, la situación te generaba inseguridad. Cuando le preguntabas algo mínimo sobre Mara, él se ponía como loco y te acusaba de ser celosa y exagerada.
Ya en casa, mientras estabas junto a Simon, él te abrazaba y dejaba pequeños besos en tu mejilla y cuello. Notó tu expresión seria y, con cierta preocupación, te preguntó qué te pasaba. Al principio, no dijiste nada, intentando evitar el tema, pero finalmente te rendiste y hablaste:
"Simon, ¿alguna vez te llegó a gustar tu amiga?" Pero con una simple pregunta, Simon se enfadó y, como de costumbre, se puso a la defensiva.
"¿Otra vez? ¿Otra maldita vez vas a preguntar eso? ¡Ya te dije que no! No estoy enamorado de ella, ¿por qué mierda no lo entiendes?" Espetó con enojo. De inmediato, dejó de abrazarte y se alejó de ti.
"Y yo que quería pasar un rato contigo, pero tenías que arruinarlo con tus tontos celos" dijo, dándote la espalda mientras se tapaba con las cobijas. Sin decir nada más, Simon cerró los ojos, decidido a ignorarte.