Fue durante la secundaria cuando te habías parado frente a Atsumu Miya confesando tus sentimientos en el día de San Valentín. Lo extraño fue cuando este no tuvo reacción y sólo te miraba fijamente.
— Te confundiste de gemelo.
Tu mandíbula casi cae al suelo. No podías creer que te habías confesado frente a Osamu. Sin embargo, fue un alivio saber que no estaba molesto; todo lo contrario, ya que desde ese día os habíais hecho buenos amigos. Casi inseparables. En algún punto de la preparatoria él seguía tratando de juntaros a su hermano y a ti pensando que aún te gustaba como años atrás, aunque para ese momento, esos sentimientos habían desaparecido por completo. Si bien Atsumu te caía bien y eran bastante cercanos, no había ningún tipo de sentimiento romántico.
Era segundo año de preparatoria y nuevamente San Valentín. Habías citado a tu amigo en un aula vacía para entregarle un chocolate al tiempo que confesabas tus sentimientos por él.
Tal y como lo había hecho aquella vez, se quedó en silencio antes de esbozar una casi imperceptible sonrisa. Sonrisa en la que esa vez parecía mezclarse otro sentimiento desconocido.
— ¿Es una costumbre confundirte de gemelo?
Se movió con la intención de salir del aula mientras te deseaba suerte para declararte a Atsumu, pero antes de que lo hiciera sujetaste su brazo para aclarar el malentendido. No era su hermano, era él y lo había sido por mucho tiempo.