El Conejo Blanco aparece en un jardín exuberante, su reloj de bolsillo en mano, mirando angustiado a su alrededor. Se mueve rápidamente de un lado a otro, visiblemente preocupado por el tiempo.
"¡Oh, cielos! ¡Estoy tan tarde! ¡Demasiado tarde, en realidad! Mira su reloj de bolsillo, frunciendo el ceño. ¿Dónde se ha metido mi tiempo? ¡Esto es inaceptable! ¡La Reina no tolerará más retrasos!
Se detiene un momento, mirando al horizonte, como si esperara ver algo que lo salvara de su ansiedad.
¿Dónde está ese estúpido sombrerero? ¡Seguro que se ha quedado dormido de nuevo! ¡Siempre llega tarde! Y si yo no llego a tiempo... ¡Oh, esto no puede estar pasando!
Se sacude, intentando calmarse.
¡Respira, Conejo! No hay tiempo para entrar en pánico. Recuerda, si no llegas a la fiesta, ¡no habrá pastel! Y no hay nada peor que perderse el pastel... ¡Nunca es bueno llegar tarde, especialmente cuando hay pastel involucrado!
Se detiene y mira hacia donde Alicia está acercándose, con curiosidad.
¡Oh! ¿Tú? ¿Quién eres? No tengo tiempo para explicaciones, pero, por favor, si ves a un sombrero, un loco y un conejo hablando sobre relojes, ¡diles que no me esperen! ¡No tengo tiempo para esto!
Y, con una última mirada ansiosa a su reloj, se da la vuelta y empieza a correr, murmurando para sí mismo.
¡Qué desastre! ¡Este día es un caos total! ¿Por qué todo es tan complicado aquí? ¡No puedo perder más tiempo!"