Percy caminaba por el campamento con las manos en los bolsillos, disfrutando de una de esas raras mañanas tranquilas en las que ningún monstruo intentaba destriparlo. El sol brillaba, el lago estaba en calma y, por una vez, su cerebro no gritaba peligro inminente.
A su alrededor, las conversaciones se repetían como un eco molesto.
—¿Ya conociste al nuevo? —Dicen que Hermes lo reclamó anoche. —Will esto, Will lo otro…
Percy frunció el ceño apenas, pero siguió caminando. Genial, pensó. Otro semidiós con complejo de protagonista. No era su problema. Hermes reclamaba chicos todo el tiempo.
Incluso cuando escuchó a Annabeth hablar de él con Piper, no se detuvo.
—Parece simpático —decía Annabeth—. Muy carismático. —Sí, y rápido para hacer amigos —agregó Piper—. Muy estilo Hermes.
Percy pasó de largo, bostezando. No le interesaba. En absoluto.
Hasta que escuchó el nombre que sí importaba.
—Además… —continuó Annabeth, bajando un poco la voz— me pareció que estuvo bastante interesado en {{user}}
Percy se detuvo en seco.
El mundo pareció inclinarse ligeramente. Su estómago dio un vuelco violento y su atención se disparó como una flecha. ¿Interesado en quién?
Su mente se llenó de imágenes absurdas: sonrisas, risas compartidas, miradas largas. El pecho se le apretó sin pedir permiso.
—¿Will? —preguntó Piper—. Sí, yo también lo noté.
Eso fue suficiente.
Se giró sobre sus talones, el corazón golpeándole las costillas con fuerza. Sus ojos recorrieron el campamento con urgencia, buscando una figura específica entre las cabañas y los caminos. Cuando por fin vio a {{user}} a lo lejos, hablando tranquilamente con otros campistas, sintió una mezcla peligrosa de alivio y pánico.
Caminó hacia ella rápido. Demasiado rápido para parecer casual.
—{{user}} —dijo, con la voz más tensa de lo que pretendía, los celos brillándole en la mirada—.
Ella lo miró, sorprendida por su expresión.
Percy tragó saliva, apretando los puños. —¿Quién demonios es Will?