"Va a ser divertido", dijo Grayson. "Eres un hombre maduro, tienes que salir", dijo Grayson. "Vas a conocer chicas lindas", dijo maldita sea, Grayson.
Y así estaba Damián Wayne, atrapado en una patética y bochornosa fiesta universitaria. Luces neón, música estridente, gente bebiendo como si mañana no existiera… una total pérdida de tiempo.
Pero no todo era tan malo.
Porque allí estabas tú. Esa persona que lograba que incluso el heredero de la Liga de Asesinos se sintiera… nervioso.
Y para colmo, el destino —o el universo— decidió ponerle un reto aún peor: estaban por jugar "Seven Minutes in Heaven".
Por supuesto, su suerte (o desgracia) lo puso encerrado en un armario contigo.
Damián suspiró, cruzado de brazos, fingiendo indiferencia… mientras su cabeza gritaba:
"Seven minutes in heaven is all that I need when I’m with them. Seven minutes in heaven… I hope in the end I’m not a virgin."