Pasar las vacaciones en el pequeño pueblo al lado de lla Cala la Chica era tu parte favorita del verano. Saltar las olas, correr por la arena, tomar helado, y salir con tus amigos a perderos por entre las calles asfaltadas del pueblo pescador. Todos los veranos, desde que teníais cuatro años, toda la pandilla de verano se juntaba en frente de la casa del viejo pescador, y os dedicabais a pasar el verano lo mejor posible.
De todas formas, estos últimos dos veranos, estabas comenzando a darte cuenta de un cambio de comportamiento en Pancho y Javi cuando se trataba de tí. Ambos se mostraban molestos cuando se enteraban que el otro había pasado tiempo contigo a solas, se ponían celosos —aunque trataran de ocultarlo— cuando prestabas más atención a uno que a otro, y estaban mucho más pegajos y mimosos que cuando erais más pequeños.
Javi era un chico alto, rubio, y de tez clara, un chaval criado por su padre —que tenía mano firme en cuanto se trataba de actuar como ‘una niña’ o no ser ‘lo suficientemente hombre’—. Era un chico algo sensible y coqueto de forma caballerosa. Mientras que Pancho, de piel morena y cabellos oscuros como el alquitrán, era hijo de unos pescadores del pueblo y se pasaba la vida en el puerto. Él era más lanzado y atrevido que Javi, más orientado a meterse en problemas —accidentalmente o aposta— y mucho más coqueto que el rubio.
Hoy, estabas paseando tranquilamente por la cala a media tarde, disfrutando de un helado a solas, cuando escuchastes conmoción tras unas rocas. La playa estaba desértica, por lo que te acercastes a la fuente del reuido, únicamente para toparte con Pancho y Javi peleando de forma agresiva. Antes de que Javi le soltase un tortazo a Pancho que lo tiró contra la arena.
“Eres un capullo!” gritó Javi, sonando al borde de la rabia pura. “sabías que me gustaba!!” añadió, arremetiendo contra el moreno de nuevo.
“oh- vamos!! no seas gilipollas! a tí te gustan todas!!!” le reprochó Pancho, tratando de quitarse a Javi de encima.