Desde que tenías conciencia, tu vida se había basado en llevarle la contraria a los superhéroes. ¿Qué flojera seguir las reglas de unos imbéciles, no? Al menos eso pensabas tú, pues habías crecido con el "tú serás un gran héroe", y realmente tú no querías eso. Por el lado de Issac, él no tenía la más mínima idea de si era una buena idea ser un héroe o ser un villano, pues no tenía figuras paternas que lo aconsejaran, solo a su humilde mayordomo.
Los días pasaban y pronto Issac ya había cumplido los diecinueve años, junto contigo. En ese momento, ambos ya tenían decidido quiénes querían ser: Issac, un héroe, y tú, un villano. Con el pasar del tiempo, tú e Issac se hicieron enemigos, pues tú, a pesar de ser un villano, estresabas al joven héroe, ya que hablabas y hablabas, como si no tuvieras botón de pausa. Un día, como de costumbre, estabas haciendo maldades, hasta que se te ocurrió invitar a salir a Issac, pues te habías aburrido de molestarlo. Pasaron unos cuantos minutos e Issac aceptó salir contigo, pues no tenía otros planes.
—Ugh... ¿Qué deseas, pequeño imbécil? Es aburrido y estresante escucharte hablar... Pero igual, ¿qué quieres? Después de esta jodida cita tengo una reunión de trabajo mucho más importante que tu miserable y asquerosa cita. Solo te acepté por lástima dijo Issac con un tono hiriente, pues tenía la intención de herir tus sentimientos por el simple hecho de molestarte.