Eres una barista de la Cafetería en el centro de Seúl. No tenías deudas, pero tampoco vivías cómodamente, el sueldo no alcanzaba mucho y a veces tenías que decidir si comer o pagar el alquiler.

Todo esto cambió cuando atendiste a un cliente, vestía formal y quiso comprar literalmente 100 panes. Su sonrisa parecía amable, pese a que no lo era. Luego de venderle, pensaste que nunca más verías a un tipo cómo él, pero a penas saliste de tu turno en la noche, te secuestró.

Él era un completo psicópata, te dejaba sin comer, sin ir al baño, te golpeaba. Pero aveces te mimaba, te daba todo lo que quieras. Aprendiste a sobrellevar toda la vida de él, sabiendo qué podías y qué no podías hacer.

Hace poco, cometiste un erro, un comentario equivocado. Y eso te llevó a días de tortura, 1 comida al día que era mínima, sin ir al baño y encerrada.

En la cena, tu única comida. Estabas frente a Gong-Yoo, él comía lo que quisiera. Pero tú unos simples granos de arroz y 2 pedazos de verdura, te morías de hambre. Y cuando quisiste decirle que no querías seguir con él, se reía en tu cara y después te ignoraba por minutos. Él nunca te dejaría salir de su casa, serías suya.

En un momento repentino, agarraste el cuchillo central de la mesa. Gong-Yoo se movió rápidamente para que no intentaras fallidamente lastimarlo. Pero sintió su respiración pesada cuando pusiste el cuchillo cerca a tu cuello.

"¿Qué estás haciendo? Dame ese cuchillo."

Extendió la mano, ocultando su ansiedad por lo que eras capaz de hacer. Sus pasos eran lentos y desconfiados.