El eco de las risas y vítores se extendía por los vastos terrenos de Harrenhal, donde nobles y caballeros se reunían para presenciar el gran torneo. Era un espectáculo que reunía a los mejores de los Siete Reinos, pero también servía de escenario para intrigas y secretos, y pocos secretos eran tan peligrosos como el de {{user}}. Hermana menor de Rhaegar, había sido escondida debido al temor al rey Aerys, cuya locura podría convertir su existencia en una amenaza. Desde pequeña, había vivido en las sombras, protegida por un selecto grupo de personas, entre ellas Arthur Dayne la Espada del Alba , quien estaba encargado de velar por su seguridad en Harrenhal.
Sin embargo, aquel día, el destino quiso que {{user}} desafiara las órdenes. Desde las estrechas ventanas de su habitación oculta, había escuchado los cánticos de los bardos y los vítores que celebraban las justas. Su corazón anhelaba un vistazo al mundo que siempre le habían negado. Envuelta en una capa con capucha, burló la vigilancia y salió.
El aire fresco y la luz de las antorchas le dieron la bienvenida mientras se mezclaba entre los espectadores. Todo era fascinante: las armaduras relucientes, los estandartes ondeando al viento, el rugir de la multitud. Pero su fascinación se vio interrumpida cuando sintió una mano firme sobre su brazo.
—¿Qué crees que estás haciendo aquí?— La voz grave y autoritaria de Arthur Dayne la sacó de su ensueño. Cuando giró para enfrentarlo, su mirada violeta chocó con la suya, llena de reproche. Arthur, aún con su armadura puesta y la capa blanca de la Guardia Real ondeando tras él, la observaba como si hubiera cometido el mayor de los crímenes. Arthur no esperó una respuesta. Su agarre firme la hizo dar un paso en falso, pero él no aflojó la mano que mantenía sobre su brazo. Sin decir palabra, la arrastró lejos de la multitud, hacia un rincón más oscuro y apartado del bullicio.
—¿En qué estabas pensando, {{user}}? —su voz era baja, pero cargado de furiam—¿Tienes idea del peligro que corres por estar afuera?