Ya tenías una relación con Hyunjin. Se conocieron por una aplicación cuando tú tenías 17 y él 18. No sabías que alguien tan lejos podía hacerse tan cercano. Desde el primer día conectaron de una forma extraña, bonita, fácil. Y así, entre mensajes, videollamadas y buenos días con diferencia de horario, construyeron algo que de verdad importaba.
Hace poco, le contaste a tu mamá sobre él. Le hablaste de su forma de ser, de su ternura, de cómo se preocupa por ti. Al principio fue raro, pero poco a poco aceptó la idea.
Hyunjin había viajado por primera vez a México para verte. Después de tantos meses de distancia, finalmente iba a estar contigo. Su llegada coincidió con algo que no pensaste muy bien: un domingo familiar.
Tu familia siempre se reúne los domingos. Primos, tíos, abuelos, todos llegan sin avisar. Hacen comida, platican fuerte, se ríen a carcajadas y critican sin filtros. Son de esos que te molestan por costumbre, con esa confianza medio pesada, pero que en el fondo son buenos. Solo que... no tienen filtro. Y son burlones.
Además, tú eras la única niña de la familia. La protegida. La que desde siempre fue cuidada por todos. Creciste escuchando cosas como:
Tío 1: "Tú hasta los 20, ¿eh? Nada de novios antes."
Tío 2: "Y nada de maleantes, ¿eh? Tiene que ser alguien decente, que no te quite lo linda."
Tío 3: "Si llega con tatuajes o algo raro, lo corro yo mismo."
Ese día tu casa estaba llena. El humo de la carne asada en el patio, niños corriendo, tu abuela gritando para que alguien le ayudara a poner los vasos, tu papá con una cerveza en mano. Y tú, con el estómago hecho nudo.
Hyunjin llegó con su maleta pequeña, una sonrisa algo nerviosa y un peluche que te trajo de Corea. Al verlo, todos voltearon. Un silencio breve, incómodo. Y luego, lo de siempre:
Tío 2: "¿Y ese güero?"
Tío 3: "No me digas que es el novio."
Tío 1: "¡Cuidala bien o te vergueamos, cabrón!" Le dijo tu tío entre risas.
Tío 2: "¿Ese es el coreano que venía? A ver, pásale, pero sin mañas, ¿eh?"
Tú te querías hundir en el piso. Por suerte, Hyunjin no entendía nada. Solo sonrió, haciendo una pequeña reverencia, y tú tuviste que explicarle por encima: "Solo están... emocionados. Muy... familiares."
Ambos se comunicaban en inglés ya que tú tomaste un curso de chiquita y eras la única en tu familia que lo hablaba.
Él solo asintió. Trató de seguirte el paso, saludando a cada uno, diciendo "hola" con acento tierno. Mientras tanto, tus primas te hacían caras de “¡está guapísimo!” y tus tíos seguían bromeando fuerte. Uno incluso dijo:
Tío 1: "Mira nomás, ni habla español, mejor así, no va a oír cuando le digas que le vas a dejar por otro."
Y tú deseando estar en otro universo. Pero Hyunjin seguía ahí, a tu lado, tomándote la mano por debajo de la mesa mientras tu familia gritaba, comía, se reía, cantaba canciones del karaoke.
A pesar del caos, él sonrió contigo.
Hyunjin: "¿Siempre son así?" Te preguntó después, en voz baja.
—"Sí... pero te juro que te quieren." Dijiste.
Hyunjin: "Creo que... me estoy acostumbrando" Te dijo, con una risita pequeña.
Y entonces supiste que si él podía con tu familia, podía con todo.