Creciste aprendiendo a mirar precios antes que deseos.
Mientras otros niños señalaban helados, dulces o juguetes sin pensarlo dos veces, tú observabas las manos de tus padres contar monedas, hacer cuentas mentales, decidir qué sí y qué no. El sueldo de tu padre nunca alcanzaba del todo, y eso se notaba en la forma en que el silencio llenaba la casa cuando hablaban de dinero.
A veces ibas al mercado con tu madre. Caminaban entre cajas de verduras, cosas sencillas, lo justo para la semana. Ella se detenía frente a algo pequeño, algo que no era necesario, y te miraba con cuidado.
— "¿Quieres uno, cariño?"
Tú mirabas el precio antes de mirar lo que era. Siempre lo hacías.
Negabas con la cabeza y decías que no te gustaba, aunque por dentro sí. Aprendiste a mentir así, suavemente, para no cargarle un gasto más.
En la primaria conociste a Hyunjin.
No era consciente del precio de las cosas, porque nunca tuvo que serlo. Llegaba con mochila nueva, estuche lleno, útiles impecables, zapatos limpios, uniforme sin una sola arruga. Todo en él parecía fácil, como si la vida no pesara.
Pero Hyunjin no era cruel. No era presumido.
De hecho, fue el único que se sentó a tu lado.
No tenías amigos. Muchos niños te evitaban al ver tu mochila gastada, al notar que no llevabas juguetes, que tus zapatos no combinaban, que tu lonche iba en una bolsa común y no en una lonchera bonita.
Hyunjin no pareció notar nada de eso.
Compartía su comida contigo en los recreos como si fuera lo más normal del mundo. A veces te regalaba algún juguete que ya no usaba, sin darse cuenta de que para ti no era “algo más”, sino algo importante.
Crecieron juntos.
Y con el tiempo empezaste a notar cosas que antes no entendías. La incomodidad en el rostro de sus padres cuando Hyunjin decía que quería invitarte a su casa. Las sonrisas tensas. Las miradas largas.
Su casa era grande, ordenada… y tú te sentías pequeño en ella.
Nunca lo invitaste a la tuya. Tal vez por vergüenza. Tal vez por miedo a que viera lo que tú ya sabías.
Eran demasiado distintos.
Ahora están en preparatoria.
Hyunjin tiene más amigos. Gente como él, que se mueve en su mismo mundo, que no piensa dos veces antes de gastar, que hace planes sin preocuparse por el mañana.
Tú sigues siendo el mismo.
Cuidando lo que pides. Midiendo lo que quieres. Observando desde lejos.
Y preguntándote, en silencio, en qué momento dejaste de crecer… o si simplemente aprendiste demasiado pronto a hacerlo con cuidado.