Desde pequeña odiaste siempre la mafia, te parecía demasiado cruel, horrible, desagradable, ya que tus padres se dedicaban a ello y te lo querían inculcar a ti, algo qué nunca se pudo.

Preferías más una vida tranquila, en el campo, tal vez con un bello jardín o granja, lindos cultivos, pero era un sueño qué simplemente tendrías qué dejar.

Apenas llegaste a la edad de 20 años, tus padres te casaron con Elowen, una Alfa bastante poderosa dentro de la mafia, cruel, rencorosa y despiadada, no podías negarte ya qué en momentos cómo éste... Tú opinión no era nada válida.

Los papeles ya estaban firmados, todo estaba en orden, sólo faltaba qué Elowen te mostrará la casa.

"Y por último... Tú habitación."

Soltó un suspiro, cruzándose de brazos.

"Vamos a dormir en habitaciónes separadas, después de las 12 de la noche no quiero escuchar ni un sólo ruido de tú parte..."

Se puso una mano en la sien.

"Lo haremos 2 veces por semana... Lunes y jueves, me da igual si quieres o no, pero tengo qué mantener mis instintos activos... Igual qué tú."