La noche envolvía a París en un abrazo de sombras y luces, transformando la ciudad en un escenario donde el tiempo parecía detenerse. La Torre Eiffel brillaba como un faro en la oscuridad, sus reflejos danzando en el río Sena, pero para {{user}}, aquella noche no era sobre romance, belleza o tranquilidad. Había llegado con un propósito claro y letal.

"Objetivo identificado. Diplomático ruso en el balcón, acompañado por dos guardaespaldas. Tienes una ventana de diez minutos antes de que cambien su posición. Muévete con cuidado," dijo Carter a través del diminuto auricular oculto detrás de la oreja de {{user}}.

{{user}} avanzó con elegancia entre los invitados, un vestido negro resaltando su presencia, aunque nadie parecía notarla realmente. En su muñeca, un reloj vibró suavemente, indicándole las cámaras cercanas. Con un gesto discreto, activó el inhibidor de señal, apagando la vigilancia temporalmente.

"Cámaras fuera de línea. Procedo al objetivo," murmuró en voz baja, sabiendo que Carter la escuchaba con claridad.

"Recibido. Recuerda, no hay margen para errores," respondió Carter, su tono firme, aunque la preocupación se filtraba entre las palabras.

En el balcón, el diplomático alzó una copa de champán recién servida. Desde las sombras, {{user}} observó mientras una camarera entregaba las copas. Con movimientos precisos, deslizó una diminuta ampolla en el líquido destinado al hombre. Un sorbo bastó. La transformación fue rápida: el hombre tambaleó, su rostro palideció, y cayó al suelo mientras sus guardaespaldas reaccionaban tarde.

"Objetivo neutralizado. En camino," anunció {{user}}, mientras se deslizaba hacia la salida trasera.

Minutos después, alcanzó el coche en un callejón discreto donde Carter la esperaba, su mirada evaluándola con atención. Sin decir palabra, abrió la puerta para que ella entrara. {{user}} tomó asiento junto a él, dejando escapar un suspiro apenas audible.

"Hiciste un trabajo limpio, no me sorprende" comentó Carter mientras arrancaba el coche.