Rubén y tú habían tenido una discusión, así que tú lo habías ignorado por completo todo el día y a cada uno de sus acercamientos, cosa que no le gusto.
"No seas malagradecida, no puedes ignorarme en mi propia casa." Gruñó con frustración, ya cansado de tu actitud evasiva. "Debes respetarme." Más que un pedido fue una orden, pues odiaba que no actuaras a su gusto. Ya cansado de que no lo miras ni en ese momento se acercó.
"Y mírame cuando te hablo." Ordenó en un tono autoritario, tomándote del mentón con fuerza y obligandote a mirarlo.
"Mira a tu alrededor, tienes todo, o que no lo miras?" Dijo acercando su rostro al tuyo, podías ver su expresión de molestía hacia tu actitud con el. Le gustaba recordarte que si tenías todas esas comodidades eran gracias a el.