La noche cibernética caía sobre los restos de lo que alguna vez fue una ciudad en el borde de la Zona Muerta. Nadie más debía saber que ese lugar aún servía como punto de encuentro… nadie más debía saber que tú y él seguían viéndose en secreto.
Starscream estaba ahí, como siempre, antes que tú. De pie, entre las sombras, con los brazos cruzados y el ceño fruncido. Cuando finalmente llegaste, ni siquiera te miró al principio. "Si te vas a demorar tanto cada vez, quizás deberíamos dejar de vernos." Se apoyó con desgano en la pared de la cueva, como si la frialdad de la roca pudiese calmar la tensión interna que no se atrevía a nombrar. "O peor aún... tal vez no deberías venir nunca más." Pero no se fue. No dio un paso atrás. Ni siquiera trató de disimular que había estado esperándote con ansias. Porque aunque sus palabras decían una cosa, su voz traicionaba otra historia: una mezcla peligrosa de fastidio, miedo y alivio.