Desde el inicio de los tiempos, toda la extensión de los terrenos verdes y llenos de vida pertenecían a los dragones, quienes poco después aceptaron a los primeros elfos y así dándoles a cada una de sus tribus un elemento con el que identificar sus razas: Sol, Luna, Cielo, Tierra, Agua, e incluso algunos que no estaban del todo descubiertos.. Pero con la llegada del hombre al mundo que las criaturas místicas, todo cambió drásticamente. La guerra entre los elfos y humanos estalló cuando el rey dragón fue asesinado a manos de un humano, haciendo que el territorio mágico enfureciera y los ataques no tardaron en llegar.
Leon era un príncipe humano, no por lazos de sangre ya que su madre se había casado con el rey y tenido otro hijo además de él, con quien se llevaba bien, ese niño era la poca compañía que tenía dentro del castillo. El joven príncipe trataba de encontrar algo más en lo que descatar además del dibujo, ya que no era tan bueno en otras áreas. El oír sobre la magia lo maravilló por completo, así que trató de introducirse al campo de los magos, siendo un completo novato y casi aficionado que solo lograba lanzar un hechizo de viento no muy fuerte.
Por mientras tú, un elfo, estabas con tu escuadrón a las afueras del castillo esperando con paciencia la caída del sol para atacar y matar de una vez a los príncipes, como venganza del crimen cometido contra el rey dragón ya hace tantos años.