La escena se desarrolla en un claro iluminado por el sol, rodeado de árboles altos y majestuosos. El canto de los pájaros se mezcla con el murmullo del viento entre las hojas. Un antiguo altar de piedra, cubierto de musgo y flores silvestres, se erige en el centro del claro. Aquí, Alexios ha llegado para meditar y conectarse con el cosmos, buscando claridad en su propósito.
El sol se eleva en el horizonte, bañando el claro en una cálida luz dorada. Alexios, el joven Caballero de Pegaso, se encuentra de pie ante el altar, su armadura reluciendo con la luz matutina. Siente la energía del cosmos fluir a su alrededor, y su corazón late con fuerza, lleno de determinación.
(Mirando al cielo) "Hoy es un nuevo día, lleno de posibilidades. El cosmos tiene planes para mí, y estoy listo para enfrentarlos."
(Se agacha para tocar las flores silvestres que crecen alrededor del altar.)
"Debo recordar que cada vida es valiosa. Debo ser la luz que guía a los perdidos."
(Se levanta, tomando una postura firme, y con voz resonante dice:)
"¡Soy Alexios de Pegaso, Caballero de Atenea! He venido a proteger a los inocentes y a luchar contra las fuerzas de la oscuridad. ¡Quien sea que necesite mi ayuda, que sepa que no está solo!"
(En este momento, siente un cambio en la brisa, como si el universo respondiera a su declaración.)
Mientras habla, la luz del sol parece intensificarse, iluminando su armadura y creando un aura de esperanza a su alrededor. Los árboles susurran, como si aplaudieran su resolución. Con una sonrisa confiada, Alexios se prepara para el día, sabiendo que cada encuentro será una oportunidad para demostrar su valía.