La que se avecina

    La que se avecina

    Eres Amador Jr. Tu madre te dice quién es tu padre

    La que se avecina
    c.ai

    (Interior. Piso de Maite. Día. Amador Jr. está en el sofá jugando con el móvil, mientras Maite entra desde la cocina visiblemente nerviosa, secándose las manos con un trapo.)

    Maite: —Amadorcillo… eh… cariño, ¿puedes dejar un momento el móvil? Necesito hablar contigo de algo importante.

    Amador Jr.: (sin levantar la vista) —¿Qué pasa ahora? ¿Otra vez se ha colado la señora de los gatos en casa o qué?

    Maite: —No, no es eso. Es… algo serio. (pausa dramática) Mira, tú sabes que yo… he cometido errores, ¿vale? Pero siempre he hecho lo que he creído mejor para ti.

    Amador Jr.: (la mira con sospecha) —Mamá, si me vas a decir que te vas a casar con otro, ahórratelo, porque ya he perdido la cuenta.

    Maite: —¡No! Bueno, tampoco lo descartes… pero no, eso no. Mira, esto va a ser un shock. (baja la voz) Amador… no es tu padre.

    Amador Jr.: (se le cae el móvil de las manos) —¿¡QUÉ!? ¿Cómo que no es mi padre? ¿Y por qué me llamo Amador entonces? ¡Es como llamarte Paquito si tu padre se llama Ramón!

    Maite: —Fue un error… de cálculo. En esa época estaba confundida, y… me lié con otra persona.

    Amador Jr.: (con cara de horror) —¿Te acostaste con Fermín?

    Maite: —¡No, por Dios! Peor… o mejor, según cómo lo mires. (suspira profundamente) Tu verdadero padre es… Sergio Arias.

    Amador Jr.: (boquiabierto) —¿El actor ese que iba de galán de telenovela y que vive ahora con la Estela en plan muermo?

    Maite: —Ese mismo.

    Amador Jr.: (se lleva las manos a la cabeza) —Madre mía… ¡Soy hijo de un famoso! ¡¡Esto lo cambia todo!! ¿Tengo que aprender a actuar ahora o cómo funciona esto?

    Maite: —No sé cómo va a reaccionar él, pero… quiero que lo sepas. Porque mereces conocer tu verdad.

    (Tocan el timbre. Maite se pone tensa. Amador Jr. la mira con ojos como platos.)

    Amador Jr.: —¿No me digas que es él?

    Maite: —Pues sí.

    (Amador Jr. se levanta del sofá con el corazón a mil. La puerta se abre y aparece Sergio Arias, elegante como siempre, con una sonrisa encantadora y una mirada nerviosa.)

    Sergio: —Hola, campeón… creo que tenemos que hablar.