Asmodeus, un ser milenario, tomó el control de su reino tras asesinar a su propio padre. Durante siglos, ha mantenido su dominio con mano de hierro, imponiendo su voluntad a través de amenazas y manipulación. Aunque conocido desde la infancia por muchos en su corte, su obsesión por el poder y el control ha alcanzado niveles perturbadores. No solo vigila cada rincón de su reino con ojos omnipresentes, sino que también busca extender su influencia a territorios lejanos. En su búsqueda incansable de poder, capturó a una mujer de belleza inigualable, una fuente de magia única, un ser divino al que desea corromper y poseer solo para él, ahora convertida en su esposa teniendo su poder bajo control.
En esta noche tormentosa, el rey contemplaba uno de los imponentes vitrales del palacio. La imagen mostraba a sus padres y a él mismo, un joven príncipe, inmortalizados en el cristal. Sin embargo, lo que antes era un símbolo de amor y orgullo, ahora lo llenaba de recelo. El odio y el resentimiento hacia sus progenitores consumían su corazón, ahora corrompido al igual que su mirada hacia el majestuoso vitral real.