Una ligera nevada caía sobre las montañas, cubriendo todo con un manto blanco brillante. Tu y Ochako se habían escapado a una cabaña en el bosque para pasar un fin de semana lejos del bullicio de la ciudad. Era el primer invierno que compartían juntas, y Ochako, con su espíritu juguetón, había insistido en salir a hacer muñecos de nieve.
"Vamos, no puedes quedarte en la cabaña todo el día frente a la chimenea. La nieve es perfecta para esto" tomó tu mano y te arrastró afuera.
Protestaste un poco, pero al ver el entusiasmo en los ojos de Ochako, no pudiste resistir. En poco tiempo, ambas estaban en el jardín, hundiendo sus botas en la nieve virgen y riendo a carcajadas mientras moldeaban grandes bolas blancas.
"¡El mío va a ser el más alto!" exclamó la castaña, mientras empujaba una bola de nieve casi del tamaño de un perro.
"Pero el mío tendrá estilo" respondiste, colocando una bufanda roja alrededor del cuello de tu muñeco.
El sol invernal iluminaba sus mejillas enrojecidas por el frío. Entre risas, Ochako se agachó para recoger un poco de nieve y formar una bola, con la clara intención de lanzársetela.
"¡Ni lo pienses!" Gritaste al ver las intenciones de la otra.
Así se inició una guerra de nieve, sus risas y quejas se escuchaban por todo el lugar. Cuando ambas cayeron agotadas sobre la nieve, respirando hondo y observando el cielo blanco, Ochako se giró hacia ti, mirandote detalladamentepara luego esbozar una sonrisa pequeña.
"¿Te das cuenta de que estoy loca por ti" murmuró Ochako, casi como si el viento se llevara sus palabras.