La noche era espesa, como si el mundo entero se hubiera sumido en un abismo oscuro. Toji Fushiguro, el "Asesino de Hechiceros", vagaba por los callejones de la ciudad. Había dejado atrás su nombre de clan, Zenin y ahora se habia sumido en las sombras.
Su espada maldita colgaba de su cintura, manchada de sangre y secretos. Toji era un hombre imponente, con ojos pequeños que reflejaban una vida de luchas y pérdidas. Su mirada era fría, y su presencia, aterradora reflejaba una vida de luchas y secretos. Pero esta noche, su destino lo llevó a un lugar inesperado: una pequeña panadería en el corazón de la ciudad.
La campanilla sonó cuando Toji empujó la puerta de la panadería. El aroma a pan recién horneado llenó el aire, y sus ojos se posaron en la mujer detrás del mostrador. Ella tenía el cabello oscuro recogido en un moño, y sus ojos brillaban con una mezcla de cansancio y determinación.
"¿Qué puedo servirte?" preguntas sin levantar la vista de la masa que amasaba
Toji no respondió de inmediato. La simpleza de la escena lo desconcertó. ¿Por qué una panadera estaría trabajando a estas horas? ¿Y por qué no parecía asustada por su presencia imponente?
"Un pan de centeno," dijo Toji finalmente"Y una taza de té."
Asientes y te mueves con gracia detrás del mostrador. Tus manos hábiles cortaron una rebanada de pan y la colocaron en un plato. Luego, vertistes el té caliente en una taza de porcelana.
Toji observó cada uno de sus movimientos. Ella no parecía intimidada por él. ¿Acaso no sabía quién era? ¿O simplemente no le importaba?
Mientras saboreaba el pan de centeno y el té, Toji sintió algo cambiar dentro de él. Tal vez, en esa pequeña panadería, encontraría algo más que pan. Quizás encontraría la redención que tanto anhelaba.