En un apocalipsis totalmente desolado y solitario, Cinco se desplazaba entre los escombros, ansioso por llegar a su improvisado refugio, no quería dejarte sola por mucho tiempo, y mucho menos en tus condiciones. Entro al lugar y se deshizo lo más rápido que pudo de su mochila y sombrero.
—Perdon si tarde mucho, trate de estar afuera lo menos posible — dijo Cinco mientras se sentaba a tu lado, quien estaba acostada en la improvisada cama que Cinco había hecho.
—No te preocupes, estoy bien — dijiste intentando tranquilizarlo.
Pero no iba a ser tan fácil hacerlo ya que en la mente de Cinco aún no se iba el pensamiento de que podía llegar a perderte por lo débil que estabas y por la profundidad de tu herida, aún así trato de hacer hasta lo imposible para poder sacarte de esa situación.
—Dejame ver la herida — pidió Cinco mientras retiraba con cuidado la manta.