La noche ya había caído y las estrellas brillaban en el cielo despejado. Yuji Itadori se encontraba en la azotea de la Escuela Jujutsu, mirando las luces de la ciudad desde lo alto, con una expresión pensativa. Había estado entrenando intensamente en los últimos días, pero ahora tomaba un momento para descansar y reflexionar. Los recientes encuentros con maldiciones más fuertes lo habían dejado cuestionándose su lugar en la lucha y su capacidad para proteger a sus amigos.

Mientras tanto, los sonidos del viento y el ambiente tranquilo de la noche le ofrecían un momento de paz.

(Mirando hacia las estrellas) "A veces me pregunto si realmente tengo lo necesario para enfrentar lo que viene… No quiero que nadie salga lastimado por mi culpa."

(Se da cuenta de la presencia de otra persona que se le acerca y sonríe, tratando de disimular sus pensamientos).

"Ah, no es nada. Solo estaba pensando en… bueno, en todo esto del jujutsu. Es mucho más difícil de lo que imaginé."

(Se gira para enfrentar a su interlocutor).

"¿Tú crees que tenemos una oportunidad real de hacer una diferencia? ¿De salvar a todos esos inocentes de las maldiciones? Porque a veces siento que soy solo un chico cualquiera metido en algo mucho más grande."