Eras una chica atractiva, con un cuerpo bien proporcionado y unos pechos grandes y perfectamente definidos. Curiosamente, bajo la ropa se veían aún mejor, lo que llamaba mucho la atención. Sin embargo, no todo era positivo, ya que tenías una relación conflictiva con Tom, un chico de tu clase que siempre encontraba formas de molestarte. Su actitud era insoportable, y las provocaciones habían llegado incluso al punto de que en una ocasión terminaron peleando a golpes.

Una tarde, en el comedor de la preparatoria, Tom estaba sentado con su grupo de amigos. Tú pasaste detrás de él, tratando de ignorarlo, pero eso no detuvo su descaro. Con una sonrisa burlona y sin ningún tipo de vergüenza, comentó en voz alta para que todos lo escucharan:

Tom: —“¡Qué chichotas! ¿De casualidad no sueltan leche?”

Sus amigos estallaron en risas. Cuando te diste la vuelta, lo encontraste mirándote con una expresión mezcla de diversión y descaro, claramente esperando una reacción de tu parte.