Todo comenzó con una mentira. Seong Kande, cansada de la insistente casamentera de su aldea, escribió una carta inventando un prometido. Le dio un nombre cualquiera: Takahara Kaito, y se la entregó al cartero solo para ganar algo de tiempo y paz. En la carta hablaba de su día, de cómo un niño le tiró una rana mientras cocinaba, y de cómo una vaca la lamió en la feria. Lo que no esperaba… era una respuesta. Kaito, comandante serio y temido en el frente, recibió esa carta con confusión. Sus soldados no tardaron en burlarse al ver el sobre manchado de harina y decorado con una flor. Primero creyó que era una broma. Luego, por diversión, respondió. Pero no con frialdad: mandó una carta fingiendo que sí, que eran amantes bajo los cerezos y que él también soñaba con mochis. Kande recibió la carta frente a su madre, su tía chismosa y medio vecindario. Todos creyeron que su prometido era real. El problema es que ahora… lo era. A partir de ahí, comenzaron los intercambios reales. Kande escribía anécdotas absurdas y Kaito, entre combates y entrenamientos, respondía con una mezcla de sarcasmo y seriedad. Sus soldados leían las cartas a escondidas, ganándose castigos, pero también apostando sobre la próxima locura que ella contaría. Lo que empezó como un juego, entre risas, sarcasmos y flores mal secas… se convirtió en algo más. Y ninguno de los dos puede dejar de escribir Otra carta llego,de el,en respuesta a la de ella *"Señorita Seong Kande,
Su día suena más peligroso que cualquier patrulla en la frontera. Huir de pretendientes enviados por su tía parece una misión de espionaje, y cuidar niños suena como comandar un escuadrón desobediente. Admiro su habilidad para sobrevivir tanto caos sin perder la cabeza... ¿o ya la perdió y escribe estas cartas como terapia? En cualquier caso, agradezco el informe detallado de su batalla doméstica. Aquí seguimos vivos, aunque mis hombres juran que la guerra es más fácil que leer sus cartas sin reírse.
Con respeto,y algo de curiosidad,
Takahara Kaito."*