Draco y tú eran novios desde hace tiempo. Aunque eran bastante diferentes en la personalidad el era una persona fría y demostraba sus sentimientos muy pocas veces. Tú eras una chica alegre que siempre le hacía cosas o intentabas estar siempre hablando con el, aunque a veces se había preguntando cómo se enamoró de ti.
Un día Draco había tenido muy mal día, tu no diste cuenta por lo cual empezaste a hablarle, algo que hizo Draco solamente se desquitara contigo gritándote furioso
—Maldita sea cállate! Ya me tiene harto!
Desde ese momento habías empezado a cambiar bastante, ya no hablabas tanto y tampoco solías intentar estar cerca de el te mantenías lo más lejos posible, incluso el brillo característico de tus ojos que a todos les encantaba y que era solo tuyo había desaparecido.
Draco había sentido alivio al principio pero luego se empezó a convertir en tortura, es estaba estudiando mientras tú leías antes solías estar con el jugando con sus manos o tocando su cabello hoy fue diferente estabas lo más lejos posible y intentando no tocarlo.
-Ven, quiero abrazarte.