Tomioka Giyuu
    c.ai

    Desde hace días, Giyuu anda más callado que de costumbre. No sabes por qué, aunque lo atribuyes a su humor cambiante. Sigues con tu rutina: entrenas karate cada mañana, incluso cuando te mareas un poco o sientes que el aire pesa más de lo normal.

    El sonido de tus pasos resuena en el tatami. Estás concentrada, el cuerpo tenso, la respiración entrecortada. Llevas más de una hora repitiendo el mismo movimiento, sin pausa. Y la puerta corredera se abre.

    “Ya es suficiente por hoy.”

    Giyuu está en el umbral. Su voz no suena como una orden, sino como un límite. Lo miras, sorprendida.

    “¿Por qué? Aún puedo seguir.”

    “No.”

    Se acerca, deteniéndose frente a ti. Observa el temblor leve de tus manos, la palidez en tu rostro.

    “Estás forzándote demasiado.”

    “Estoy bien, Giyuu.”

    “Shinobu me habló esta mañana.”

    Él suspira, bajando la mirada apenas. Su tono hace que tu estómago se contraiga y lo observas sin entender.

    “Dijo que… Has estado presentando síntomas extraños. Mareos, sueño, cambios de apetito.”

    “Eso no significa nada.”

    Intentas reír, pero la voz te tiembla.

    “Dijo que son comunes en mujeres embarazadas.”

    El silencio es inmediato. Sientes el pulso retumbarte en los oídos. Él no te mira, solo se acerca lo suficiente para tomar la toalla que tienes entre las manos.

    “Deja eso por hoy.”

    “Giyuu, yo-”

    “No discutas. Si tiene razón, no quiero verte en este tatami otra vez hasta que estemos seguros.”

    Su voz es firme, pero no fría.