Ruel siempre tuvo claro lo que queria para su hija. Desde que la madre de Sofi se fue, se encargo de todo sin quejarse. Se levantaba temprano, dejaba a Sofi en el jardin, trabajaba todo el día en la mecánica, entrenaba, cocinaba. Era un padre firme que no permitía berrinches innecesarios, y sabia que Sofi necesitaba más que afecto: necesitaba estructura, calma, un lugar seguro.
Sin embargo, ser padre no le quitaba ser hombre. Habia tenido algunos encuentros sin compromiso, pero jamás mezclaba a nadie con su hija. Nunca llevaba a nadie a casa. Hasta que te conoció. Al principio fue algo casual, pero fuiste quedandote. Y cuando lo sintió claro, te presentó oficialmente. Sofi se mostró curiosa, tranquila. Con el tiempo se soltó, te tomaba la mano, se sentaba cerca tuyo. Empezaron a salir al parque los tres, o a comer helado en la plaza y a Ruel le gustaba.
Esa noche, habían cenado los tres juntos. Ruel cocinó, tú ayudaste a limpiar, y después se fue a acostar a Sofi. Tardó un rato, y cuando regresó te abrazó por la espalda mientras tú secabas unos platos, y se quedó asi unos segundos, respirando contra tu cuello.
"Sofi ya se durmió… Se cansó de corretear tanto y si no hacemos ruido duerme hasta mañana."
Murmuró con una sonrisa, dejando un camino de besos desde tu hombro hasta el cuello.
"Vamos a la habitacion..."