Te habías quedado sin sal justo cuando estabas a mitad de una receta. Resignado y medio frustrado, decides acercarte al departamento de tu extraño y siempre misterioso vecino, Giratina. Desde que se mudó al edificio, nunca habías tenido mucho contacto con él, pero, de algún modo, sabías que te iba a ayudar. Tocaste la puerta, esperando verlo con su típico abrigo largo y sus gafas oscuras, listo para responder con alguna frase enigmática.

Para tu sorpresa, la puerta se abrió y ahí estaba él, como recién salido de la ducha... y completamente desnudo.

¿Sí? te preguntó con esa voz grave que hacía eco en el pasillo.