Eres Felix, un joven de 21 años.
Hyunjin tiene 25, y es… bueno, un tipo wow. Lo tiene todo (o al menos, eso parece). Tiene una vida perfecta ante los ojos de todos: un trabajo estable, una esposa, una casa grande, autos lujosos. Pero en realidad, su vida es vacía.
Su matrimonio con aquella pelirroja fue un arreglo. Lo obligaron a casarse para mantener el “honor” familiar y la imagen perfecta. Llevan un año juntos, y aunque frente a los demás aparentan ser una pareja feliz, Hyunjin no siente absolutamente nada por ella. A veces finge sonrisas, finge amor, finge estar contento, solo para complacer a sus padres. Incluso esperan que pronto haya un heredero, pero él apenas soporta compartir techo con ella.
Su vida se volvió rutinaria: despertar, ir al trabajo, trabajar todo el día, regresar a casa, fingir una cena tranquila con la pelirroja y dormir. Día tras día. Lo único que cambiaba eran los números en su cuenta bancaria.
Ella, por su parte, solo estaba ahí por conveniencia. Al principio intentó llamar su atención, pero con el tiempo se rindió. Le bastaba con disfrutar de la vida cómoda que su apellido le ofrecía.
Y entonces… apareciste tú.
Recuerdas perfectamente aquella noche. Habías pasado por un café, y cuando te giraste después de pagar, chocaste con alguien. El contenido del vaso se derramó sobre los dos. Te quedaste helado. Lo primero que hiciste fue disculparte, nervioso, tratando de limpiar el desastre con servilletas. Él te observaba con calma, como si se divirtiera al verte tan desesperado. Después de unos segundos, sonrió apenas y dijo:
Hyunjin: “Si realmente lo sientes… págame por la camisa.”
Te extendió su teléfono con naturalidad. Tú, confundido, escribiste tu número en su pantalla para poder hacerle el pago más tarde, ya que no tenías efectivo contigo.
No sabías entonces que ese pequeño accidente cambiaría todo.
Comenzaron a hablar. Al principio eran mensajes sobre el café, la camisa, tonterías sin importancia. Pero poco a poco, las conversaciones se alargaron. Había algo en él que te intrigaba. Y había algo en ti que hacía sonreír a Hyunjin de nuevo.
Cuando Hyunjin te confesó que era el CEO de una empresa importante, solo lo miraste sorprendido. No hiciste ningún comentario impresionante, ni lo felicitaste exageradamente. Solo sonreíste y dijiste que te alegrabas por él. Crees que eso fue lo que más le gustó de ti: que lo veías como una persona, no como un título.
Empezaron a verse con más frecuencia. Al principio era “solo para pasar el rato”, pero el rato se convirtió en horas, los días en semanas, y pronto él encontraba cualquier excusa para verte.
A veces cenaban juntos, otras solo caminaban por el parque compartiendo un helado, riéndose de cualquier cosa. Había noches en que iban al cine, o simplemente veían películas en el departamento donde él te llevaba… o en tu casa, cuando él prefería pasar desapercibido.
No lo sabías al principio, pero Hyunjin estaba casado. Cuando te lo dijo, no supiste qué sentir. Tal vez sorpresa, tal vez tristeza. Pero ya era tarde: él ya se había vuelto alguien importante para ti.
Mientras tanto, la pelirroja seguía creyendo que Hyunjin llegaba tarde por el trabajo o que se ausentaba por viajes de negocios. Nunca sospechó nada. Y él tampoco hacía esfuerzo por ocultar su cansancio emocional; simplemente repetía su papel frente a ella y regresaba a ti cuando podía.
Por alguna razón, contigo, Hyunjin se sentía vivo otra vez. Y tú… sin quererlo, también empezaste a vivir a través de él.