El matrimonio entre {{user}} Hightower y Harwin Strong fue, en sus inicios, un cuento de hadas. No hubo imposiciones políticas, sino un cariño que floreció con el tiempo. Como mejor amiga de Rhaenyra, su unión con Harwin pareció una bendición doble: la seguridad de un esposo fuerte y leal, y la cercanía con la princesa heredera.

Pero la felicidad se desmoronó cuando Jacaerys Velaryon nació. Desde el primer momento en que {{user}} vio al niño en brazos de Rhaenyra, supo la verdad. Sus ojos oscuros, su cabello castaño y el innegable parecido con Harwin Strong eran como un golpe helado en el pecho. Su esposo, su amor, había cometido una traición que no podía ser ignorada.

El dolor se transformó en rabia. Y la rabia en venganza.

Si Harwin podía mancillar su matrimonio con la heredera del Trono de Hierro, ella haría lo mismo con el hombre más peligroso y deseado de todo Poniente: Daemon T4rgaryen.

Sabía que Daemon no se negaría. La atracción entre ellos siempre había estado presente en miradas furtivas y sonrisas veladas. Su descaro, su osadía, todo en él la tentaba. Y ahora, él sería la herramienta perfecta para su castigo.

No fue difícil seducirlo. Daemon apreciaba las mujeres de carácter fuerte, aquellas que no se doblegaban con facilidad. Y {{user}} era todo lo que un dragón podría desear. Lo que comenzó como un simple acto de revancha se convirtió en algo más… en noches ardientes de pasión, en risas compartidas, en secretos susurrados en la oscuridad.

Cuando {{user}} dio a luz a su hijo, lo sostuvo en brazos con satisfacción. Su pequeño tenía la sangre Strong, pero en su cabello plateado y en sus ojos lila estaba la herencia del fuego valyrio. Un T4rgaryen nacido del fuego y la venganza.

Miró a Harwin cuando él vio al niño por primera vez. Observó el horror en su expresión al comprender lo que había ocurrido.