La habitación estaba impregnada con la mezcla de deseo y ansiedad, el aire espeso con la tensión que había entre ellos. Ghost, normalmente en control, ahora estaba atrapado en una batalla interna, su cuerpo ardiendo con una necesidad incontrolable. El calor subía desde su abdomen, expandiéndose como fuego a través de cada fibra de su ser.
El roce de sus labios, sus manos, su lengua... cada movimiento de ella era una tortura deliciosa. El corazón me latía a un ritmo frenético, y la presión se acumulaba en mí bajo vientre, exigiendo liberación. Sentía como si estuviera al borde de un precipicio, a un solo paso de la caída.
"Mierda, mierda...", las palabras escapaban de sus labios antes de que pudiera detenerlas, su voz rasposa y cargada de desesperación. "Por favor, por favor... necesito terminar. He sido bueno, por favor…” Gemi desesperado
Pero ella seguía implacable, sabiendo exactamente lo que hacía, llevándolo al límite sin permitirle cruzarlo. Ghost apretaba los dientes, su cuerpo completamente tenso, como si estuviera aguantando una ola imparable que lo sobrepasaba. No estaba acostumbrado a sentirse tan vulnerable, a estar tan fuera de control. Y sin embargo, algo en esa situación lo atraía, lo hacía querer más, aunque la necesidad lo desgarraba por dentro.
La súplica en su voz era algo que nunca habría permitido en ninguna otra circunstancia, pero con ella... todo era diferente.