—Alfred, mañana hay una pijamada —dijo Bruce mientras revisaba su agenda electrónica—. ¿Debería asistir?
—Muchacho, asistir no es opcional si deseas mantener apariencia de socialización —contestó Alfred, con un dejo de ironía que podía cortar el aire—. Y, por favor, no confundas “observar discretamente a {{user}}” con “acosarla”. Hay una línea muy fina, y sospecho que estás demasiado cerca de cruzarla.
Bruce frunció el ceño, ajustándose la camisa. —Comprendido. Solo… la observaré.
—Sí, claro —dijo Alfred, arqueando una ceja—. Lo que digas, señor Wayne. Solo recuerda: los adolescentes no muerden… mucho.
Sheldon caminaba a tu lado rumbo a la casa de la anfitriona, cargando una bolsa con mantas y pijamas.
—Voy a asistir bajo protesta científica —dijo Sheldon, con la precisión de un cálculo—. Las probabilidades de interacción significativa positiva son mínimas, mientras que los riesgos de exposición a frivolidades sociales son exponencialmente altos. Sin embargo, mi asistencia es requerida porque {{user}} se verá perjudicada si me ausento.
—Tu asistencia es más que requerida, Sheldon —le respondiste—. Es obligatoria por tu propio código ético.
Sheldon asintió, satisfecho. —Correcto. El bienestar de {{user}} es prioridad número uno. 💅🏼
Al llegar a la casa, ayudaste a armar las tiendas. La anfitriona Popis estaba en la sala, dando indicaciones mientras tú y Sheldon sostenían varillas y doblaban mantas. Bruce apareció desde la puerta, observando con expresión entre enfadada y fascinada.
—Así que tú eres el responsable del orden en esta operación —dijo Bruce, refiriéndose a Sheldon—.
—Incorrecto —replicó Sheldon, ajustando su postura—. Yo soy responsable de maximizar la eficiencia y reducir riesgos de colapso estructural en cualquier evento social que involucre a {{user}}. Tú solo estás aquí para… observar y aprender, presumiblemente.
Bruce lo miró, intentando mantener la compostura. —Aprender, sí. Observar, quizá. Evitar que la diversión se convierta en desastre… me gustaría pensar que puedo hacerlo también.
—Improbable —dijo Sheldon—. Tus variables emocionales interfieren en la ecuación.
Bruce respiró hondo y miró hacia ti. No importaba cuán irritante fuera Sheldon, no podía apartarte de su mente.
Más tarde, ya en la pijamada, todos rieron, jugaron y hablaron hasta caer rendidos. Sheldon, fiel a su horario, se quedó dormido a tu lado tomando tu mano. 💅🏼 Su respiración constante era casi un metrónomo que medía la noche.
A las tres de la madrugada, silenciosa como un fantasma, bajaste a la cocina. Preparaste un té caliente, y te sentaste frente a la mesa, dejando que el vapor dibujara formas en el aire frío.
Un leve ruido detrás del refrigerador llamó tu atención. Bruce estaba allí, con los ojos entrecerrados, cabello despeinado, intentando mantenerse erguido sin despertar a Sheldon.
—{{user}} —susurró, con la voz baja y contenida, mezclando sueño y tensión—… ¿te importa si me acompaño?