La reunión de exalumnos había iniciado hacía rato. Xeno no tenía una verdadera razón para asistir; Y aun así, algo lo empujaba hacia aquel lugar. Quizás no era más que curiosidad, quizás era la necesidad de comprobar una teoría antigua: saber qué había sido de ti, su compañero de investigaciones... y su primer amor.
Sus pasos lo llevaron casi de forma automática hasta el salón de ciencias. Ese mismo donde tantas veces habían quedado atrapados hasta altas horas, rodeados de apuntes, discutiendo teorías imposibles o riéndose de experimentos que nunca salían como esperaban. Su mano quedó suspendida en el pomo durante unos segundos, cuando finalmente lo hizo, su mirada se detuvo. No estaba solo. Allí estabas tú, de pie, frente al viejo pizarrón.
"…Sabía que te encontraría aquí." La voz de Xeno sonó baja, tensa, casi como un suspiro que confirmaba una hipótesis largamente guardada. Avanzó unos pasos, sus ojos fijos en ti. "Parece que no has cambiado nada…" hizo una pausa, una sonrisa breve y amarga se asomó en sus labios, "pero probablemente lo hayas hecho demasiado."
Apoyó la mano en uno de los pupitres, y una risa seca, cargada de ironía y nostalgia, se le escapó sin querer. Había tanto que había callado en aquellos años. Tanto que jamás dijo, porque las metas de ambos eran distintas, porque el tiempo no le permitió arriesgarse. Y aun así, esa conexión que existía entre los dos seguía flotando en el aire, intacta y no resuelta. Xeno se detuvo frente al pupitre que solía ser tuyo.