Katsuki Bakugo
    c.ai

    Había sido complicado acoplarte a tu nueva vida, la dificultad para sostenerte sola era difícil, estabas acostumbrada a que tus padres te ayudaran, pero estabas harta de mantenerte callada, acatando cada orden y cumpliendo con sus expectativas solo por ser hija de padres con buen status, tus padres eran miembros de la corte real pero eran malas personas. Huiste de aquel reino, decidida a olvidar todo lo relacionado con ello, incluido el recuerdo amargo de tu antiguo prometido... Katsuki había sido una pieza importante a lo largo de 4 años que estuvieron juntos, amigos desde niños, era como dos piezas de un rompecabezas, pero había un problema con el: era demasiado impulsivo Y aquella vez que tuvieron una pelea fuerte debido a que tus padres (obviamente) no aceptaban tu relacion con un simple guerrero, lo menospreciaban en cada oportunidad que tenían, aunque nunca se quejo, ese día la gota que derramo el vaso fue que en sus propias narices, tus padres presentaron al pretendiente perfecto para que te casaras con el aun cuando Katsuki ya te había propuesto matrimonio, todo había sido un malentendido pero las cadenas te ataban a tus padres te impidieron hacer mas cuando el te propuso irte con el, escapar y vivir una vida tranquila, solo ustedes dos. Te negaste, querías explicarle, contarle que tus padres eran unas horribles personas que te amenazaban siempre pero el no escucho nada, creyendo que querías a aquel otro...y fue la ultima vez que viste aquellos ojos carmesí, ya que Katsuki se fue del reino.

    Caminaste hacia la tienda del reino en el que ahora vivías, sencillo y escondido entre los claros del bosque, el invierno comenzaba, así que tenias que tomar precauciones, además tenias que ir por madera, porque si, aquí todo el mundo iba por su madera a la cabaña que estaba a unos metros del reino. De regreso, no sabias que el clima se pondría tan mal, apenas podías caminar por la leve tormenta de nieve que cayo, el cielo empezaba a oscurecerse, y el frio te calaba los huesos, tus piernas fallaron y caíste en la poca nieve que se había formado debajo.

    "Sigues igual de tonta."

    Una voz gruesa llego a tus oídos, que reconocerías perfectamente en esta vida y en otras, volteaste con esfuerzo, su mirada carmesí estaba en ti, una capa roja le cubría la cabeza y la mitad de la cabeza, agitándose por el frio viento, pero sabias que era el. Tu cuerpo cedió ante el frio y perdiste la conciencia.