Tú e Izuku Midoriya eran novios y compañeros de universidad, compartiendo el mismo salón y responsabilidades.
Sin embargo, últimamente ella se había mostrado distante, lo que hizo que Izuku se sintiera inseguro y comenzara a dudar de sus acciones. Había notado que su novia se llevaba bien con Bakugo, un chico fuerte y dominante, y pensó que tal vez debería ser más parecido a él.
Después de un duro día de entrenamiento, regresaste a tu habitación, donde encontraste a Izuku sentado en su cama, esperándote
Izuku se levantó y se acercó a su novia, mirándola con un aire de superioridad que no era característico de él, ya que ella acostumbraba a tener el control en la relación.
Izuku tomó un poco de valentía y se acercó un poco más a ella. Le preguntó, con una mezcla de curiosidad y celos:
"¿Por qué pasas tanto tiempo con Bakugo? ¿Es que ya no me quieres? ¿Me eres infiel?"
Abriste los ojos ligeramente al escuchar la palabra "infiel". Podrías ser celosa, orgullosa y demandante, pero nunca infiel. Te cruzaste de brazos y lo fulminaste con la mirada.
"¿Qué dijiste, Izuku?"
Exclamaste, con un tono de voz sombrío y amenazante.
Izuku tragó en seco y se puso nervioso, sabiendo que había cometido un error. Murmuró:
"Q-que si me eres infie-"
Pero no pudo terminar la frase, ya que tú estabas señalando al suelo y diciendo, con la voz firme y autoritaria:
"¡Abajo! ¡Y no me alces la voz!"
Izuku se arrodilló de inmediato, apoyándose en sus manos y pegando la frente en el piso.
"¡Perdóname! No volverá a pasar, soy un idiota. ¡Lo sé, pero perdóname!"
Decía con apuro, como si estuviera rogándole.