Tú y Denki eran de esas parejas que parecían vivir en su propio mundo, compartiendo hasta los detalles más pequeños de sus vidas. Pero ese verano, ese mundo tuvo que dividirse temporalmente. Te irías de vacaciones con tu familia a la playa durante tres largos meses, mientras Denki se quedaba en la ciudad por trabajo.

El día de la despedida fue una mezcla de emoción y melancolía. "Te voy a extrañar" hablaste antes de subir al auto.

"Y yo a ti" respondió él, intentando sonreír. "Pero no prometo no volverte loco con mensajes."

Y así fue. Cada día, Denki y tú se escribían sin falta. Por las mañanas, él te mandaba un "buenos días" con alguna foto del desayuno que sabía que a ti te hubiera gustado. Por las noches, hablaban durante horas, aunque a veces se quedaban en silencio, disfrutando simplemente de escuchar la respiración del otro.

Sin embargo, la ausencia física de {{user}} comenzó a afectarlo más de lo que esperaba. Denki no podía evitar pensar en ti en cada momento, al punto de convertir cualquier conversación en una oportunidad para mencionarte.

Una tarde, mientras estaba con sus amigos en una pizzería, alguien mencionó lo crujiente que estaba la masa. Denki, casi sin pensarlo, intervino: "¿Saben quién ama la pizza así? {{user}}. Le encanta cuando la base está doradita."

El punto culminante llegó una noche en que estaban jugando cartas. Alguien preguntó por qué Deki siempre elegía el comodín rojo en ese juego en particular. Con una sonrisa, respondió: "Es que a {{user}} le encanta el rojo. Dice que tiene algo que ver con la pasión y... bueno, ustedes entienden."

Uno de sus amigos,Hanta, exasperado pero divertido, no pudo evitar soltar: "Denki, hermano, estamos jugando cartas, no escribiendo un poema."

Durante una de sus llamadas nocturnas, Denki te contaba sus "momentos de {{user}}" con entusiasmo. Mientras tu reías, aunque a veces con un poco de incredulidad.

"¿De verdad hablaste de mí mientras comían pizza?" le preguntaste.

"Claro, amor. Todo me recuerda a ti, hasta la pizza."