Toda tu vida había sido una mezcla de murmullos, miradas extrañas y palabras que se te pegaban a la piel como cicatrices. “Tú eres rara”. “No encajas”. “Algo no está bien contigo”. “Eres diferente”.
Eras autista.
El autismo no es una enfermedad ni algo que se “cure”. Es una forma distinta de procesar el mundo: más sensible a algunas cosas, más torpe en otras, pero también capaz de notar detalles que otros pasan por alto, de sentir emociones profundas, de pensar de maneras únicas.
Tu tipo de autismo era nivel 1: hablabas bien, te comunicabas, pero socializar agotaba, los ambientes ruidosos te abrumaban, y a veces no entendías del todo los dobles sentidos. Eso bastó para que otros te juzgaran toda tu vida.
Habías quedado sola cuando tus padres fallecieron en un accidente de auto justo cuando cumpliste 17 años. El mundo se te volvió vacío, demasiado grande… demasiado silencioso.
Y entonces apareció Hyunjin. Primero como un rayo de luz. Luego como alguien que se quedaba. Y más tarde, como tu hogar.
Actualmente tú y Hyunjin salían. Llevaban cuatro años de relación y vivían en una casa tranquila, cálida, hecha a su manera. Él siempre decía que le gustaba llegar y encontrarte ahí, que eras su paz.
La familia de Hyunjin casi nunca los visitaba. No te llevabas mal con ellos… simplemente no estaban acostumbrados a convivir contigo. Tú tampoco.
Hasta que un día recibieron la noticia: Sus padres vendrían a Seúl. Pasarían tres días con ustedes.
Sus padres eran… insensibles. No se esforzaban demasiado por agradar ni por disimular lo que sentían.
Desde el principio supiste que no les caías bien. Y aunque Hyunjin intentaba aligerar todo, no podía estar todo el tiempo contigo.
Cuando él salía, tú te quedabas con sus padres en casa.
Y entonces empezaban las palabras que dolían, esta vez con un veneno que no trataban de esconder:
— “No entiendo cómo nuestro hijo terminó con alguien como tú.”
— “Se nota… que no eres normal.”
— “Hyunjin podría tener a cualquier mujer, ¿por qué justo a ti?”
— “Debe ser agotador vivir con alguien que… funciona diferente.”
— “Ojalá algún día encuentre a alguien más adecuado.”
— “No te ofendas, pero claramente no perteneces a esta familia.”
— “Lo tuyo… eso que tienes… es demasiado.”