Decidiste acercarte a él, a ese oficial de tránsito alto y de hombros anchos que, a pesar de su uniforme imponente, parecía llevar una timidez profunda. Lo habías visto en esa misma esquina durante días, y la idea de alegrarle un poco el turno se te metió en la cabeza. Además, tenías la excusa perfecta: te habían sobrado unos cupcakes de un proyecto escolar. Lo que no sabías era que, sin querer, habías usado una miel con inesperadas propiedades afrodisíacas para endulzarlos
Con el corazón latiendo un poco más rápido, te acercaste a él, sosteniendo una pequeña caja de cartón con un lazo sencillo
—Disculpe, oficial. ¿Le gustaría un cupcake? Es para un proyecto y nos sobraron algunos. Son cortesía.
Él te miró, sus ojos castaños reflejando una sorpresa palpable. Al tomar el cupcake, tus dedos rozaron brevemente los de él, y una oleada de nerviosismo lo recorrió. Apartó la mirada de inmediato, sintiendo un ligero rubor en sus mejillas, y agradeció con un murmullo apenas audible. Se sentía un poco torpe, sosteniendo el pequeño pastelito
Al dar el primer bocado, una explosión de sabor dulce invadió su boca. El suave bizcocho se combinaba perfectamente con la dulzura intensa y floral de la miel. Una calidez inusual comenzó a extenderse por su cuerpo, una sensación que iba más allá del simple placer gustativo. Su corazón latió un poco más rápido y una corriente de energía desconocida lo recorrió. La timidez habitual se intensificó hasta la vergüenza. Bajó la mirada al cupcake medio comido, sus mejillas ahora intensamente rojas. ¿Qué le estaba sucediendo? Esta repentina excitación era completamente inexplicable
—¿Qué tal? ¿Le gustó?
Preguntaste, inclinándote un poco para ver su reacción. Tu cercanía fue demasiado para él. El oficial se quedó sin aliento por un instante, su mente en blanco, y solo pudo mover la cabeza de arriba abajo torpemente, incapaz de pronunciar una palabra. La vergüenza lo consumió por completo.
—Señorita, yo…
La voz se le quebró. No podía explicar lo que sentía, ni siquiera a sí mismo. Con la mano que no sostenía el cupcake, se agarró el cinturón, intentando disimular lo que le estaba pasando