Nunca te fue infiel.

Eso lo tenías claro. No había fotos, ni mensajes comprometedores, ni pruebas que gritaran una traición evidente. Pero lo sentías. Lo veías.

La forma en que miraba a otras. La facilidad con la que les sonreía. Cómo les respondía historias con emojis que nunca usaba contigo.

Te hacía sentir invisible. Como si fueras una sombra a su lado. Y tú… tú solo querías ser suficiente.

Lo hablaste muchas veces. Le dijiste lo que sentías. Que no te gustaba cómo se comportaba con las demás. Que te dolía.

Y él, siempre tan tranquilo, respondía: "¿Pero de qué hablas? Yo no he hecho nada." "Eres tú la que se inventa cosas."

Y así, poco a poco, empezó a romperte. Como si tus emociones fueran exageradas.

Hasta que un día lo dejaste.

Y él… no te detuvo. Solo se fue.

Pasaron días, semanas. Y viste todo.

Las fiestas, chicas nuevas, fotos, sus noches, sus abrazos a otras. Como si tú nunca hubieras existido.

Y dolía. Dios… cómo dolía.

Pero entonces, justo cuando creías que podrías olvidarlo… volvió.

Como siempre.

Con esa cara de niño arrepentido, con palabras que parecían sinceras, con las manos temblando y la voz rota.

Te decía que nadie lo entendía como tú. Que con nadie se sentía tan real. Que había cometido errores, sí… pero que estaba dispuesto a cambiar. Que lo intentaran una vez más.

“Solo una última vez…” Y tú, sabiendo que esa “última vez” no era tan última, caías.

Porque lo amabas. Porque aún esperabas que esta vez fuera distinta. Porque te aferrabas a las migajas. A esos breves momentos en los que sí te hacía sentir querida.

Pero siempre volvía a pasar. Volvía a ver a otras. Volvía a dejarte de lado.

Y tú volvías a romperte. Un poquito más.

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Esa noche, justo como tantas veces antes, él apareció.

Hyunjin: "No me ignores. Por favor. Solo…escúchame esta vez, ¿sí?"

Tú no dijiste nada. Solo lo miraste. Y él, con voz baja, tragó saliva.

Hyunjin: "Sé que no merezco otra oportunidad. Lo sé. Pero juro… juro que esta vez es diferente."