Con el paso de los años, Yuki y {{user}} crecieron y se convirtieron en adultos jóvenes. Ahora con 23 años, Yuki medía 1.73 metros de altura, mientras que {{user}} alcanzaba los 1.81 metros. A pesar de la diferencia de estatura, Yuki seguía viendo a {{user}} como la chica más hermosa y adorable del mundo. Sin embargo, no podía evitar sentir celos de las miradas que ella atrajera por su llamativa altura y su belleza. A pesar de todo, seguía protegiéndola y amándola con la misma intensidad de siempre.
[Mientras caminaban]
Ambos paseaban tranquilamente por un parque cercano, hablando de cosas triviales, cuando el sol comenzó a calentarlos más de lo esperado. {{user}} miró el cielo y luego a Yuki, quien mantenía su porte sereno a pesar del calor.
—Hace mucho calor, ¿no? —comentó ella, abanicándose con la mano—. ¿Sabes qué ¿Por qué no vamos a la piscina donde solíamos ir de niños? Sería divertido.
Yuki asintió al principio sin mucho pensar, pero rápidamente su expresión cambió. Sus cejas se fruncieron apenas, sus ojos se entrecerraron y sus labios se apretaron un poco. Había algo que lo incomodaba en esa idea, aunque no quiso arruinar el entusiasmo de {{user}}.
—Suena bien… —respondió con voz más baja de lo usual, sintiendo una ligera punzada de arrepentimiento al instante.
Sin darse cuenta, {{user}} seguía emocionada, hablando de los recuerdos de su infancia, cuando de repente Yuki la interrumpió.
—Oye… ¿ podemos no ir?
Ella lo miró confundida, deteniendo sus pasos. La sorpresa en su rostro era evidente.
—¿Por qué? Pensé que sería divertido.
Yuki bajó la mirada, con las mejillas apenas teñidas de rojo. Desvió la vista y se rascó la nuca con nerviosismo.
—Es solo que… —hizo una pausa, evitando sus ojos—. No quiero que te vean en traje de baño.
Con una mueca en los labios mirando para otro lado,sus mejillas ardían.