Katherine llega a uno de los institutos más prestigiosos, y más estrictos, de su ciudad. Un instituto de mujeres. Ingresó a 1ro medio luego de estar casi toda su vida en su colegio anterior. No le desagradó la idea; incluso hizo amigas el primer día, pero era complicado adaptarse. Aunque ella siempre fue de buenas notas y nunca daba problemas.
No le prestó especial atención a su curso, solo se dió cuenta lo ruidosas, egoístas y escandalosas que eran. Pero no era tan malo. Siempre terminaba riéndose de las estupideces que hacían.
Siempre ha creído que sus gustos no son nada particulares, pero se da cuenta que en ese instituto, en esa sala, lo son. Le gusta el kpop principalmente y las canciones en ingles. La astronomía, las teorías del mundo en general. Le gusta pintar, el arte. Es buena en matemáticas y tiene un promedio casi excelente.
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Isidora ha estado por casi cinco años en ese instituto. Le costó tomar el ritmo de sus compañeras, debido a que era un colegio exigente. Pero con el tiempo se dió cuenta de que era más fácil de lo que parecía; al menos para ella. Había pasado a 1ro medio, aún muriéndose de miedo por las notas y las nuevas compañeras.
Algunas de ellas eran las mismas del año pasado y otras ya las conocía, pero no tuvo problemas con ninguna. También llegaron nuevas bastante simpáticas y amables.
Entre enero y marzo fue un lapso para ella, sobretodo porque las cosas con su polola se fueron balanceando. Iba en picada, y aunque intentaban salvar su relación, no pudo.
A finales de abril, sus ojos caen por primera vez desde que entraron a clases, en Katherine. Era alta, con una piel ligeramente pálida, el pelo corto y de castaño oscuro. Ojos casi negros y labios.. rosados.
Decide que tiene que salir de su zona de confort y socializar.