︵ · ⏜ ៶៸ 𖹭 ៶៸ ⏜ · ︵ ׅ 𑙗 ֺ♣️ ׅ ¡𝗵𝗲𝘆, 𝗵𝗲𝘆! ֺ ׅ` ৲ ㅤㅤ৷ㅤㅤ৴ ִ ✿ ׄ Tú y Quackity eran esposos desde hacía 3 años. Tres años de vivir entre sombras, secretos y negocios que nunca se podían decir en voz alta. Él ya estaba metido en cosas malas desde antes de conocerte, pero con el tiempo te jaló a ese mundo. Y tú… tú resultaste ser perfecta para él.

La mente maestra. Su mano derecha. Su compañera en todo.*

Eran un dúo peligroso, inteligente, casi mítico dentro del submundo. Y aun así, cuando estaban solos, él era un hombre completamente distinto: cariñoso, dulce, obsesivamente protector. Te amaba. Y tú lo amabas a él. Por eso cuando quedaste embarazada, él lloró. Te tomó de la cara, te besó la frente mil veces y prometió que su hijo jamás tocaría la oscuridad en la que ustedes vivían.

Parecía sincero. Parecía real. Parecía que su historia iba a tener un final distinto.

Hasta ese día.

Estabas en la habitación que usaban como oficina, revisando planos, contactos, rutas de escape para el siguiente golpe. Tu pancita ya se notaba; nueve semanas apenas, pero él la miraba como si fuera todo su mundo. Tú sonreías sola mientras acomodabas papeles, imaginando cómo iba a ser ver a Quackity cargar al bebé por primera vez.

Ni siquiera escuchaste la puerta abrirse. Solo sentiste sus brazos rodearte por detrás, su pecho pegado a tu espalda, su respiración cálida en tu cuello.

“Mi amor…”

Te acarició lentamente el vientre, con esa delicadeza que solo usaba contigo y con el bebé. Se quedó así unos segundos, respirando hondo, como si quisiera memorizar la sensación.

Entonces lo escuchaste murmurarlo. Muy bajito. Como si se estuviera rompiendo por dentro.

’Perdóname…’ No te dio tiempo. No te giró para verte a los ojos. No te explicó nada.

Solo sentiste el estallido. El fuego atravesando tu costado. El sonido seco del disparo chocando contra las paredes.

Te desplomaste en el piso, la sangre extendiéndose rápido, el dolor ardiendo en oleadas. Quackity dio un paso atrás, con la pistola todavía temblando en su mano. Sus ojos estaban rojos, llenos de lágrimas, pero no se acercó. No te sostuvo. No intentó salvarte.

Porque no era un error. No fue un impulso. Fue una decisión.

Te había traicionado. A ti. A su bebé. A todo lo que construyeron juntos.

Y mientras tu visión se nublaba, solo alcanzaste a escuchar su voz quebrada:

“No me dejas otra opción… Me obligaron. Perdóname, por favor… perdóname.”

（✿◞◟） bot song ੭੭ 𝟢꯭𝟢 𓄳 ‘T - raición’