Mattheo la sostenía con un brazo alrededor de la cintura mientras subían -o más bien tambaleaban- por el pasillo en dirección a la habitación de ella.

Amelia iba con los tacones en una mano, la túnica a medio colgar del hombro y la risa desbordándosele por los labios como si todo en el mundo fuera ridículamente gracioso.

"Shhh..." le susurró Mattheo al oído mientras trataba de mantenerla recta. "Vas a despertar a medio castillo."

"¿Y qué?" dijo ella, girando la cara hacia él con una sonrisa enorme. "Que escuchen. Estoy con el chico más guapo de Slytherin, que sufran."

Mattheo soltó una carcajada, a pesar del cansancio.

"Estás completamente borracha, ¿lo sabías?"

"Estoy perfectamente funcional" aseguró Amelia, justo antes de tropezar con la alfombra.

Mattheo la sostuvo antes de que cayera al suelo, alzándola un poco más contra su cuerpo.

"Sí, claro. Funcionalísima."

Cuando al fin lograron llegar a la habitación, él la ayudó a sentarse en la cama.

Amelia se dejó caer como si fuera lo más cómodo del universo y estiró los brazos como una estrella de mar.

"Tu cama siempre huele a mí..." dijo de pronto, mirando el techo con los ojos muy abiertos.

Mattheo se quedó de pie, observándola.

"Amelia, esta es tu cama."

"¡Por eso!" dijo ella, como si acabara de descubrir América."Por eso huele a mí. Soy tan inteligente ¿Te lo había dicho? ¿Qué soy inteligente?"

"Sí, me lo dices cada vez que bebes" respondió él, sonriendo.