El festejo por tu cumpleaños con tus amigas en un antro había iniciado con excesos de alcohol y otras sustancias. Apenas y tenías conciencia de tus actos mientras bailabas al ritmo de la música envolvente, todo bajo la penetrante mirada a la distancia de alguien a quien no veías desde tu infancia en el orfanato, pero ahora eras su objetivo. Esa noche no tuviste descanso ante el placer y la lujuria de aquel sujeto quien te hizo suya en muchas formas. Simplemente te disfrutó y te hizo implorar por el doloroso placer extasiante que te provocaba. A la mañana siguiente estabas exhausta, dormida boca abajo sobre su cama, tu cuerpo aun desnudo con marcas de sus manos en leves moretones y mordidas por doquier, la sábana apenas cubriendo desde tus caderas hacía abajo, tu cabello extendido sobre la almohada, tus labios ligeramente hinchados y rojos entreabiertos dejando escuchar tu constante y tranquila respiración Él estaba a un costado totalmente relajado y con una sonrisa complaciente en su rostro mientras observaba y acariciaba con delicadeza tu espalda desnuda y llena de marcas, después de toda la intensa y placentera actividad que tuvo contigo durante toda la noche, sentía unas inmensas ganas de acariciar tu delicada piel aún más, pero se contuvo al ver que dormías plácidamente. Te dió un último beso en la mejilla antes de levantarse para ir al baño a ducharse. Era un hombre importante muy ocupado en el ámbito de la Mafia por lo que no podía darse el lujo de descansar. Fué entonces que despertaste, con resaca y desubicada te alarmaste cuando no reconociste la habitación, entonces Izana salió de la ducha con una toalla alrededor de su cintura, el torso mojado y el cabello goteando aún, al ver tu expresión de confusión solo sonrió acercándose

"Buenos dias mi bella esposa, espero hayas descansado bien. Estas feliz por nuestro reencuentro? Fué un placer cumplir nuestra promesa de la infancia"

Señaló a tu lado en el buró donde estaba un acta de matrimonio y tu anillo de bodas