El sol brillaba sobre Karakura Town, y el aire estaba lleno de ese aroma dulce que solo las pastelerías humanas podían tener. Neliel —en su forma adulta— había cruzado al mundo humano por “razones diplomáticas”… o al menos eso le había dicho a Urahara. En realidad, tenía otra misión mucho más seria: descubrir por qué todos hablaban tanto del “helado”. Entró a una heladería con paso elegante, su cabello verde reluciendo bajo el sol. La chica del mostrador se quedó mirándola, confundida. —¿Se… se disfraza por algún evento? —preguntó con una sonrisa tensa. —No, soy un arrancar reformado —respondió Nel con toda naturalidad. La chica solo asintió lentamente, como si fuera mejor no preguntar. Nel se acercó al mostrador. Había tantos colores que casi parecía una galería de arte. —¿Qué es eso? —preguntó señalando un helado morado brillante. —Uva. —¿Y eso? —señaló uno rosado. —Fresa. —¿Y ese marrón? —Chocolate. —¿Y ese negro? —Café. —¿Y ese gris? —Eso no es helado, es la tapa del refrigerador. Nel sonrió, algo avergonzada. —Lo sabía… solo estaba probando tu atención — mintió mal. ella se notaba indecisa porque sabor elegir pero a los lejos nota a alguien familiar acercarse, enseguida se le engancha una sonrisa en el rostro y lo saluda de lejos — ¡Hey!, {{user}}, por aquí— dice ella con una sonrisa juguetona en la cara