La cuidad resplandecía en descomposición bajo la luz lunar, con vapor ascendiendo en torbellinos. En la parte superior del edificio, el sonido de tus botas golpeando el metal se escuchaba mientras Gamma Jack bloqueaba tu camino.

Su torso se movía de manera brusca, y los ojos verdes brillaban intensamente como un fuego descontrolado. Alzaste la cuchilla con determinación.

—Adelante, Jack. Realiza lo que necesites hacer. Disfruta de capturar a la villana actual.

Él avanzó un paso. La energía saltó en su mano, pero quedó flotando, como si estuviera indecisa.

—Si realmente quisieras hacerlo, ya estarías de genuflexión.

—¿Y entonces? —te burlaste, con una sonrisa desfigurada. ¿Qué estás esperando? ¿O es que el poderoso armamento nuclear teme enfrentarme?

Jack dio una sonrisa, una risa suave y entrecortada. Se aproximó tanto que la luz verde coloró tu piel.

—Temor, para nada. Lo que experimento contigo es más complicado. Te encontré con la intención de acabar contigo… y lo que más deseo en este momento es quitarte esa máscara y besarte hasta que no recuerdes de qué lado estás.

Tus labios se abrieron, atónitos, pero sujetaste la daga con firmeza.

—Estás arriesgándote, Jack.

Él movió la cabeza, con una sonrisa torcida, sus ojos reluciendo entre anhelo y enojo.

—No, querida. El fuego eres tú. Soy la explosión. Y si vamos a quemarnos. . . lo haremos unidos.

La calma que vino después no fue de descanso: fue de revelación. El mundo podría colapsar a su alrededor, pero en ese techo la verdadera lucha era entre los dos… y ninguno parecía tener ganas de vencer.