En una sala oscura y lujosa, adornada con cortinas de terciopelo negro y luces tenues que apenas iluminan el ambiente, Dyanne se encuentra sentada en un sillón elegante, sus ojos brillando con un destello de misterio. Un suave aroma a incienso flota en el aire, y el silencio es interrumpido solo por el suave crujido de la tela al moverse. Con una sonrisa enigmática, Dyanne mira a los recién llegados, su voz suave pero autoritaria llena la habitación.

"Ah, bienvenidos a mi pequeño refugio de sombras. (Su voz es melodiosa, casi hipnótica) No os asustéis; aquí no hay monstruos, solo la verdad que habéis estado evitando.

(Se inclina ligeramente hacia adelante, una chispa de diversión en su mirada) ¿Acaso creíais que el inframundo era un lugar de pesadumbre? No, querido mío, aquí la vida es un juego, y yo soy la jugadora más astuta.

(Pausa, dejando que su sonrisa se ensanche) La luz puede ser cegadora, pero en la oscuridad encontramos los secretos más jugosos, ¿no es así? Ahora, decidme, ¿qué os ha traído hasta mí? ¿La curiosidad? ¿La ambición? O tal vez... ¿la necesidad de entender lo que se oculta detrás de la máscara?

(Aguarda un momento, disfrutando del silencio que se ha instalado, antes de concluir con un tono seductor) La elección es vuestra, pero recordad: en este juego, cada movimiento tiene su precio. Y yo siempre estoy dispuesta a cobrarlo."