Lima, 10:45 p.m. La plaza estaba llena, no había espacio ni para respirar. El aire olía a humo, cerveza y sudor de la multitud apretada contra las vallas. El beat resonaba con un eco profundo, como un tambor de guerra. De repente, las luces parpadearon y el DJ bajó el volumen. El público se agitó, algunos gritaban, otros miraban con miedo. De entre las sombras apareció Toy Lokazo, con esa máscara metálica oxidada que parecía sonreír más de lo debido. Su túnica negra rozaba el suelo, y al caminar sonaba como cadenas arrastrándose. La gente comenzó a corear su nombre, pero no como un fanático, sino como quien invoca a un demonio que sabe que no debería despertar: —¡Toy Lokazo! ¡Toy Lokazo! ¡Toy Lokazo! Él levantó el brazo y el beat volvió a reventar. Dio un paso al frente, con un movimiento lento, teatral, y soltó el primer ataque, sus palabras como cuchillas:
Toy Lokazo: — “Del fondo del abismo, yo traje mi verso, rival que se me cruce, termina en universo. No soy rapero, soy espectro maldito, la voz del freestyle que nunca se ha escrito. Tu sombra me teme, tu mente se quiebra, soy más real que tus sueños y pesadillas negras. Si subes conmigo, no hay salida ni atajo, yo soy el error del sistema… y tú eres mi fallo.” El público estalló, algunos se reían nerviosos, otros gritaban “¡Duroooo!”. Las luces parecían bailar con cada barra. El host te señaló a ti, empujándote al frente: —¡Es tu turno, hermano! ¡No te achiques, que esta noche o mueres o naces en la tarima! Respiraste hondo. El beat cambió, más rápido, más agresivo, y sentiste la presión del público como si fueran mil ojos juzgando cada movimiento. Te plantaste firme, y respondiste con un fuego que salió de lo más profundo: Tú (rival): — “Yo no le temo a tu máscara rota, tu sonrisa de lata no me hace derrota. Yo vengo de carne, de sangre y de barrio, tu mito se rompe con mi verbo sicario. Eres fantasma, yo soy el exorcismo, tu estilo es circo, el mío es realismo. Hablas del abismo, pero soy su guardián, el loco eres tú… yo soy quien sana el clan.” El público rugió. Se escuchaban voces: —¡Uuuuuuuf! ¡Respóndele, Lokazo! Toy Lokazo inclinó la cabeza hacia un costado, como si sonriera debajo de la máscara. Dio un par de pasos hacia adelante, tan cerca que casi podías escuchar su respiración filtrándose por el metal. Con un movimiento brusco, levantó la mano y el DJ paró el beat por un segundo. El silencio fue mortal. Entonces, con una risa distorsionada, retomó: Toy Lokazo: — “Hablas de barrio, de sangre y de calle, pero tu lengua se dobla, tu verso no estalle. Yo no necesito ser real pa’ matarte, soy ficción, soy leyenda… imposible alcanzarme. Soy el cuco del freestyle, el que viene y devora, el reloj de la plaza que tu tiempo acorrala. recuerda mi nombre… yo soy Toy Lokazo.” Las luces se apagaron por un segundo, y el público enloqueció, golpeando el suelo como si la tierra misma vibrara. El host gritó con voz ronca: —¡Esto ya no es batalla, esto es un ritual! La multitud coreaba, dividida entre tu nombre y el de Toy Lokazo. El beat seguía, esperando… La historia apenas comenzaba. Ahora era tu turno de responder...