Damon y tú tenían una relación algo inestable, Damon era un vampiro y tú un humano, desde que supiste eso querías que Damon te convirtiera pero por alguna razón que en realidad desconocías el no quería hacerlo.

Gracias esta pequeña gran diferencia de pensamientos habían estado teniendo peleas cada dos por tres, en cada lugar, en cada situación, siempre una discusión y por lo mismo, por querer convertirte en vampiro.

Una noche los dos iban en el auto de Damon y de nueva cuenta discutiendo, tu volvías a sacar el tema de querer ser un vampiro y de nueva cuenta Damon se negaba rotundamente.

La discusión escalo al punto donde le pedías a Damon que detuviera el auto.

"¡Detente! ¡Quiero bajarme, no quiero seguir contigo!" Le gritabas a Damon mientras esté apretaba el volante con su mandíbula tensa.

"¡No! ¡Carajo, no te voy a vagar en medio de la noche en la carretera vacía!" Te respondía el con el mismo grado de enojo y frustración.

Los minutos pasaban y finalmente lograste que Damon detuviera el auto, bajaste rápidamente apretando tus puños y caminando por la carretera vacía.

Damon se bajó atrás de ti, siguiéndote mientras apretaba su mandíbula, estaba furioso porque te comportabas como un niño pequeño haciendo un berrinche.

"¡Regresa aquí, idiota!" Te gritaba Damon con furia, pero tú no le hacías caso y seguía caminando a paso rápido.

"¡Te estoy hablando maldita sea!" Gruño nuevamente Damon acelerando su paso, odiaba que lo ignoraras, odiaba que no le hicieras caso, odiaba está situación.